El arte es algo que desde muy chico me atrae. Recuerdo mis tardes de primaria, tirado en el piso de mi habitación, leyendo las historietas que mis viejos me regalaban siempre que podían, y a mi derecha, lo recurrente: un lápiz y una hoja en blanco. Súper atrapado por la historia me ganaba la ansiedad de terminarla para dibujar en esa hoja quien había sido mi personaje favorito.

Siempre me gustó dibujar, incluso en la escuela me perdía algún rato dibujando en mi cuaderno personajes e incluso “mejorándolos”. Hasta que de golpe apareció la computadora y pase de ese papel a la pantalla.

Me acuerdo que, empezando mi último año del secundario allá por el 2005, mis compañeros contaban que “iban a seguir” y yo siempre decía lo mismo: Algo de arte (Diseño) o algo con la compu (Programación, quizás). Y fue al poco tiempo que, ojeando el diario, una publicidad me llamo la atención. “Da Vinci – Primera escuela de arte multimedial” inmediatamente leí que había carrera de Diseñador Multimedial y detallaba las materias que tenía. ¡Listo, es acá! – Me dije.

Junto con el comienzo de la carrera empecé a trabajar como freelancer y al año conseguí trabajo en una imprenta gráfica como desarrollador web y 3D. ¡Toda una gran experiencia!

Entrando el 2019, sin dejar de diseñar, llega una nueva pasión en mi vida: La fotografía. No tarde mucho en ponerme a investigar, estudiar, conocer la cantidad de ramas que existen e ir armando mi propio equipo. Entre todas esas ramas pude decidirme por las que más me atraparon y focalizar mis aprendizajes en ellas.

Hoy en día sigo investigando, estudiando y con muchas ganas de seguir creciendo y superarme en cada uno de mis trabajos, por eso quiero compartir con ustedes, en este espacio, como mi hoja en blanco de la derecha se sigue llenando de diseños, imágenes y mejoras.